sábado, 5 de diciembre de 2009

Temblores

a. Se recomienda que cuando un pensamiento obsesivo reclama nuestra atención, éste no debe abandonarse.
Hay que sumergirse en el pensamiento, una vez, otra. Estar enteramente en ese pensamiento. pensarlo hasta agotarlo, repitiéndolo una y otra vez, con todas y cada una de sus infinitas variantes.

(Últimamente me obsesiona una pequeña situación: por qué la persona F abordó un taxi de una manera rápida, extraña y no se despidió de mí. He desplegado todas las posibilidades, las variantes de la situación, lo más ínfimo en torno a ese minúsculo evento de corte insignificante. He imaginado, además, múltiples situaciones paralelas donde la persona F no aborda el taxi de esa manera tan..., brusca. Me encantaría observar en cámara lenta los recorridos precisos de la sangre de un cuerpo que instantáneamente toma una decisión. He revisado, con suma minuciosidad, todos aquellos pequeños actos en los cuales tomo una decisión apresurada, radical, inesperada. Quiero saber cuáles son los mecanismos que operan en esas irreflexivas situaciones, cuando se decide algo imprevisto. Asimismo, observé -con el mismo propósito- una colonia de hormigas. Destruí intencionalmente su camino y observé con sorpresa que la destrucción de su propio rastro, las desorienta de una manera fulminante. Sin embargo, advertí que los seres humanos, cuando tomamos un sendero completamente opuesto al trazado, en realidad, parecemos resguardarnos de cierto peligro.)

b. PELIGRO. Para RF los actos irreflexivos, que psicológicamente y de ordinario llamamos "impulsos", no son irreflexivos ni carecen de intención. Todo impulso, dice RF, tiene una razón de ser. ¿No existen los impulsos a secas? ¿NO EXISTEN? ¿No es la razón tratando de explicar justamente, el impulso, de dónde proviene, cuáles son sus consecuencias y sus consabidas causas? RF dijo: NO. NO EXISTEN. Y yo, pues claro, ahora me veo condenada a estar revisando con atención todos esos pequeños actos irreflexivos, pero que ahora, van cobrando un inesperado sentido y una singular lectura.