miércoles, 10 de febrero de 2010

Apuntes (comenzar, escribir, el origen)

Comenzar a escribir implica terminar de escribir. ¿Por qué comenzar a escribir es tan complejo? El cuerpo delante de la máquina trata de escribir pero no puede. Escribir es un acto muy semejante al deseo. Deseo lo que nunca puedo alcanzar, aquello que nunca será completamente asequible. Imposible desear e imposible escribir. Imposible, a su vez, dejar de escribir, dejar de desear.

Comenzar siempre implica un combate. El combate de las nuevas cosas, de volver a poner todo en orden. Los principios son angustiosos, pero si no comenzara todo de nuevo, todo se encontraría sumergido en esa atmósfera repetitiva y aburrida de las costumbres. Estar situados delante del comienzo, una vez y otra, hace de las situaciones un espacio dinámico: un viaje.

Leer implica volver a comenzar; un nuevo combate. En él, estoy delante del libro, a punto de escribir el libro. Me sitúo en el origen.

Mi origen no puede ser más que todos los orígenes. Desde mi origen me sitúo en todos los orígenes. De la misma forma, situarse en una lengua determinada, implica posicionarse en todas las lenguas. También el enfrentamiento con la lengua implica un combate, quizá en ello se cifra la extrañeza que nos produce comunicar a través de la escritura que no echa en falta, sin duda, esos retazos del habla habitual.