sábado, 4 de abril de 2009

Día uno

Resistir

1.

Unas tijeras sobre el escritorio, un pisapapeles, un lápiz. Los cuadernillos enfrente. Leo. Inscripciones de números enfilados en mi contra. La puta gorda bebe un refresco amarillo y aumenta su grasa corpórea. El imbécil está buscando cómo ascender y ganar más dinero.

Salgo.

Los árboles son cómplices de estas ruinas.

2.

Tienes una palabra al frente: "ausencia". Esta palabra rebota contra las esquinas de la página escrita. Se avienta rutinaria contra su mismidad y su sisma. La repito silenciosamente, alienada a la pared sucia de un espacio pequeño. ¿Por qué estoy aquí? Pienso con asombro; tal vez no esté aquí y no me había dado cuenta. Tomo el lápiz. Escribo en letras mayúsculas, abarcando toda la página blanca: AUSENCIA. Recuerdo tu rostro: es una imagen rápida, de esas que pasan como la fuga de las gaviotas en el mar. También recuerdo tu risa: amplia sobre la hoja en blanco con la palabra "ausencia", difusa entre los restos lapidarios sin la precisión de los nombres. Tus ojos verdes en la profundidad de estas dolencias matutinas, con su brillo espectral en clave refugio, al amparo de mi pensamiento esquizo.

3.

Alguien se levanta. Camina hacia la puerta. La puerta está cerrada. Cruje al abrirse. Me detengo ante la puerta, pero permanezco sin abrirla. Afuera, ¿quién está afuera?


4.


destruir para silenciar. para quitarte de los dedos la sangre y el dolor. destruir para comenzar. para que la tristeza, la nostalgia de perder, de tener, no sea más que aquí, entre los muertos...

2 comentarios:

Rafael Merino Isunza dijo...

Pero qué fuerte tía...

Ingrid Solana dijo...

Hola Rafis!!!

Jaja. Los nuevos gajes oficiniles... Ni modo... Ya te contaré. Oye, me encantaría verte pronto!!

Besos, muchos.